¡Así es Luisa! Como una libélula

A Luisa, una de mis más queridas amigas, desde que era adolescente le decimos Libélula, por su contextura física flacucha y su personalidad inquieta. El apodo no fue con propósitos despectivos y a ella nunca le ha molestado. Lo curioso es que con el tiempo se fue pareciendo cada vez a una libélula, aunque su aspecto físico es ahora muy distante al de aquella joven de la escuela.

La partida a destiempo de su madre la obligó a encarar la responsabilidad de sus tres hermanos y lo hizo con carácter y madurez, cualidades con las que se relaciona al insecto en algunas ciudades de China, donde su vuelo a través del agua se cree que representa un acto de ir más allá de lo que está en la superficie y mirar en las implicaciones los aspectos más profundos de la vida. ¡Y es cierto!, así es Luisa.

Sensatez

Ella tiene el don de llevar el equilibrio a cualquier discusión sin importar el tema. Es la mediadora oficial de nuestros conflictos, porque como el vuelo ágil de la libélula, posee la capacidad de moverse en todas las direcciones destilando esa sensación de paz que solo la trasmite quien la lleva dentro. Y lo logra sin hacer ningún esfuerzo. Su grado de sensatez está asociado a la experiencia y al sentido consciente de vivir en gratitud. Es madre y maestra de un niño con capacidades especiales y de otros dos con bastante energía. Ante muchas situaciones ha demostrado su impresionante fortaleza y capacidad de ver más allá de las limitaciones del ser humano. No sé como se las ingenia, pero también luce radiante.

Valentía

Cuando Luisa se divorció, después de vivir años de desilusiones, encaró la situación con valentía. La vimos llorar de rabia e impotencia, pero también recuperarse y seguir. Se inscribió en una clase de pintura y como la libélula usó el color para descubrir capacidades que tenía dormidas. Lo más increíble de esta similitud, es que Luisa aprendió a centrarse en vivir el momento presente. La libélula también, vive normalmente la mayor parte de su vida como ninfa, no como adulto, estado en el que solo dura unos dos meses. Este estilo de vida simboliza la virtud de vivir el ahora al máximo, siendo conscientes de lo que somos y lo que queremos.

Este lunes Luisa está de cumpleaños. Cuando le comenté que le dedicaría esta columna, me pidió que no dejara de mencionar que “a veces las mujeres parecemos débiles, hasta que nos vemos obligadas a demostrar lo fuertes y valiosas que somos, así, tan sencillo como la libélula”