Aterrada por la nueva normalidad

Doña Leo tiene 60 años. Hace tres décadas que lava y plancha a domicilio, y con su esfuerzo levantó una familia de cuatro hijos. Cuando el coronavirus era un problema lejano, solo de China, ella salía de su casa cinco veces por semana para llevar pan a la mesa, pero como a muchos dominicanos la llegada de la pandemia también le arrebató su fuente de ingresos y se vio obligada a acudir a la ayuda del Gobierno y a empeñar algunos enseres para sobrevivir. El tiempo de confinamiento fue difícil. Ella y su familia apenas tenían espacio para moverse en la humilde casa que comparten, y aunque en su barrio las medidas de distanciamiento físico no fueron acatadas en la totalidad, ella si guardó la cuarentena por miedo al contagio.

Bangkok, Thailand – Apr 7, 2020: Crowded Asian people wear face mask walking in pedestrian walkway. Coronavirus disease Covid-19 pandemic outbreak effect on human, city life, or air pollution concept

Un mundo diferente

Tras más de dos meses en casa llena de angustia, doña Leo pensó que el permiso para salir la haría sentirse libre, segura y contenta; pero la realidad es que está aterrada. El primer día de su reinserción a la vida productiva tuvo un ataque de pánico en la estación del Metro. No pudo llegar a su destino, se paralizó frente a la realidad de un mundo desconocido y en el cual se ha negado a adaptarse. Se queja de que no puede respirar con la mascarilla, evita tocar toda superficie, ha sentido taquicardias, migrañas, nauseas, insomnio y alteraciones gastrointestinales. Sus escenas de ansiedad en más de una ocasión la han hecho despertar en la camilla de la sala de emergencia de un hospital.

 

Responsabilidad individual

Las cifras mortales del coronavirus en el país son escalofriantes, sin embargo, las imágenes que circulan en los medios de comunicación muestran a muchas personas ‘valientes’ que caminan sin protección aglomeradas en cualquier lugar. Pero aquí también existen otros que en mayor o menor grado sienten miedo, y han asumido todas las recomendaciones para evitar el contagio. Nadie sabe con exactitud cómo será la nueva normalidad, pero no podemos quedarnos para siempre en casa.

Acostumbrados a estar en un espacio que podemos controlar y que nos hace sentir seguros, ahora se hace necesario salir a recuperar la cotidianidad. Pudiéramos aferrarnos a la idea de que la mayoría de las cosas que nos preocupan nunca llegan a suceder, y si de todas maneras van a ocurrir ¿de qué sirve preocuparse? No podemos controlarlo todo. ¡Pero caramba! qué fácil sería si cada uno asume el deber que le corresponde, así doña Leo podrá retomar tranquila su jornada de trabajo, igual que muchas otras personas que también están aterradas. Lo confieso, soy una de ellas.