Emocionada con el comercial de Claro

Es justo confesarlo: He visto cientos de veces el comercial de la empresa Claro Dominicana producido con el tema ¡La superación empieza en casa! Aquí explican las ventajas del plan Internet en el hogar a través de la historia de una niña, de no más de 7 años, llamada Scarlet. Ella hace la tarea y su padre le pide que la deje sobre la mesa para luego revisarla. En otra escena se ve el padre con cierta dificultad para entender, pero con el compromiso de cumplir su promesa de verificar el cuaderno.

Algo especial de ese comercial me salpica de nostalgia y me conecta con una etapa especial de mi niñez. El padre de Scarlet tiene algunas similitudes con el mío, que no dejaba pasar ningún día sin inspeccionar las asignaciones de la escuela. Lo he expresado antes, tiempo después de haber concluido el bachillerato me confesó que no entendía nada de algebra ni física, y que los trabajos de inglés o francés solo supervisaba que estuvieran completos, porque tampoco descifraba nada. Sin embargo, el simple hecho de sabernos supervisas era para mi hermana y para mí un compromiso para atender a las clases y completar las tareas.

Esa historia se la ha contado a mis hijos hasta el cansancio, y muchas otras con las cuales mi padre me motivaba a superarme y soñar con un futuro mucho mejor que el que teníamos a la vista.

El comercial ya tiene un buen tiempo, pero apenas acabo de enterarme, por mi hijo publicista, que la producción con la que tanto me sentía identificada había sido inspirada en mi relato. Por supuesto, con algunos elementos adicionales elementales para potencializar el mensaje bajo la responsabilidad creativa de Publicis Dominicana.

Me llena de gozo y satisfacción esta noticia. Primero, porque me recuerda una etapa importante de mi período de formación, uno que sin duda me marcó para siempre; segundo, porque creo fielmente en que se predica con el ejemplo. Esas mismas escenas la han protagonizado mis hijos con otras grandes variantes, cada vez que les he pedido que dejaran sus tareas en la mesa y sin importar la hora de mi llegada a la casa o qué tan cansada estuviera siempre las revisaba.

Estamos viviendo un momento atípico y más que nunca los padres debemos comprometernos a apoyar nuestra prole en sus clases virtuales. Quizá, como mi papá, no entendamos mucho de tecnología, no importa, puedo dar testimonio de que sentirse apoyado es la mejor motivación para ser cada día mejores. Anhelo ver a mis nietos recrear la misma historia.