Esa mala práctica de posponer las cosas

Él se queja constantemente de que tiene muchos trabajos retrasados. Planifica para estar una hora antes que de costumbre en la oficina. Llega, saluda, se sienta. Contempla una montaña de documentos colocada en su escritorio, abre la agenda, repasa y se levanta. Da una vuelta, toma agua y vuelve a sentarse, esta vez para revisar el teléfono celular… Han pasado 20 minutos y no encendido la computadora, ni ha tenido la más mínima intención de comenzar con los pendientes. Quizá anoche pensó en terminar todas las asignaciones, pero al llegar sintió ese impulso incontrolable de procrastinar… Bueno, esta escena no es del todo real, pero es un reflejo de la vida de muchas personas que conozco.

¡Mañana lo hago!

Procrastinar es la costumbre de demorar nuestros compromisos de forma irracional, y para quienes dejar las cosas a medias se convierte en un hábito, ‘mañana’ simboliza un espacio místico donde va a descansar el 99% de su productividad y motivación. En una época en la que cada vez tenemos más distracciones, es clave aprender a manejar el tiempo para lograr mejores resultados. Es real que algunas responsabilidades son incómodas, difíciles o hasta aburridas, pero puedo asegurar que muchas veces dejamos las cosas para mañana solo por simple pereza, en todo caso, procrastinar, haciendo otra cosa en vez de lo que corresponde, solo causará estrés al final de la jornada y una sensación de atosigamiento que podemos evitar. El primer paso para alejarnos de esta dañina práctica, es estar conscientes de que lo estamos haciendo.

La planificación excesiva

Confieso que soy excesivamente planificada, esto me da la sensación de tener el control de todo lo que tengo que hacer, pero descubrí que aunque planificar es bueno, que no quede duda, tiene un problema: planear demasiado se puede convertir en una excusa para procrastinar las tareas.  Pautar es parte del trabajo, pero no es hacer, por lo tanto no ayuda a avanzar. Lo ideal es planificar tanto como sea necesario solo para estar tranquilo. Clasifica las ideas y conviértelas en acciones que te permitan llegar a cumplir tu objetivo, no a retrasarlo.

Lo que aprendí

Es increíble la habilidad que tiene la naturaleza para ser nuestra mejor maestra. Fui a un establecimiento de cambio de gomas y el joven que me atendió, que de seguro no ha cumplido los 20 años, después de hacerme una serie de preguntas sobre el auto, y que nada tenían que ver con el motivo de mi visita, me dijo que cuando tiene mucho trabajo lo clasifica en lo que le gusta y lo que no le gusta hacer, y empieza por lo que menos le agrada, porque lo que le gusta no lo retrasa, así tiene un día productivo. Sin proponérselo me dio la clave para dejar de procrastinar.

En cualquier escenario laboral tendrás asignaciones que te agradan más que otras, pero en general es tu responsabilidad y tienes que cumplirla. Debería gustarnos todo lo que hacemos, pero no siempre es así. Cuando se disfruta lo que se hace, invertimos tiempo suficiente para que no se escape ningún detalle. Empecemos por aprender a identifica la importancia y urgencia de las tareas. Lo importante es lo que nos permitirá alcanzar las metas en un futuro, lo urgente tenemos que concluirlo en el ahora.