La magia de la comunicación interna

Hace algunas semanas fui invitada por los estudiantes de término de la maestría en Comunicación Corporativa de la universidad APEC, para ser testigo de un conversatorio desarrollado con el tema Comunicación Corporativa: Perspectivas y Desafíos. El panel estuvo compuesto por los profesionales Eduardo Valcárcel, Lissette Almonte y Alicia Puello, cada uno con un vasto dominio del contenido.

El interesante encuentro, que cada año es organizado como parte del programa correspondiente a la formación de los estudiantes, se convirtió en una plataforma de aprendizaje para los apasionados del tema.

Las ponencias fueron precisas y acertadas. Todos los temas manejados con un dominio extremo que dejó en evidencia la experiencia de sus autores. Uno de los tópicos en particular fue mi favorito, y confieso que el que me motivó a asistir: Comunicación Interna, tratado, para mi deleite, por quien también hace varios años fue mi profesora, Lissette Almonte.

La experta planeó que las empresas son una zona de coexistencias y vivencias, en la que la actividad laboral impacta la vida privada de las personas que en ella y con ella se vinculan, de ahí nace la necesidad de humanizar las organizaciones para cultivar un ambiente en el que se cuide la salud física, emocional, social, laboral, espiritual, individual y colectiva.

Este planteamiento coincide con una frase que repito a menudo a mis estudiantes de Relaciones Públicas: Las empresas son mucho más que cuatro paredes, son, en esencia, las personas que la operan.

Sin duda nos encontramos frente a un nuevo paradigma empresarial que nos exige a todos un viaje de transformación personal. En este nuevo prototipo, integrar la espiritualidad no es una idea tan descabellada.

Ventajas_Comunicacion_Interna_Principal

Cada empresa tiene sus propias reglas y desarrolla su propio modelo de protocolo corporativo, de comunicación interna y externa, adaptado a sus necesidades, objetivos y valores, por lo que no existe un método universal.

Cada vez es más evidente la importancia de priorizar las acciones en favor de la gente. Alentar la integración y definir los objetivos comunes para alinear al personal a un pensamiento claro y consciente. Informar evita rumores, involucrar a los colaboradores genera identificación y lealtad, escuchar es el mejor de los métodos para plantear mejoras, y respetar las creencias religiosas fomenta la cordialidad.

Atrás quedó el mito de que la espiritualidad es un fenómeno individual a libre elección finalizada la jornada laboral. Uno de los grandes desafíos organizacionales de este tiempo es convertir el trabajo en un escenario de despliegue existencial y espiritual, un lugar privilegiado para contribuir a otros y permitir la evolución personal. Pasamos una gran parte de nuestra vida en función del trabajo. A veces le dedicamos más tiempo a este que a nuestros seres queridos o a otras actividades que nos apasionan. Por eso, nuestro bienestar personal depende en gran medida de las vivencias laborales. Al parecer, el gran reto del siglo XXI es humanizar la gestión de las organizaciones, una responsabilidad que sin duda depende de la voluntad de la cúpula directiva.

Me atrevo a agregar que es vital que las empresas desarrollen planes efectivos que generen ambientes de integración que permitan que cada colaborador se sienta parte del engranaje de éxito de la marca. Es momento de que las novedades las cuente la voz autorizada, no un igual en los pasillos. Ahí la importancia de la comunicación interna efectiva.

Al fin y al cabo somos seres eminentemente sociales y las empresas no deben olvidarlo.