El dilema con el uso de la mascarilla
La epidemia provocada por el coronavirus ha trasformado en mayor o menor grado nuestra cotidianidad, y lo continuará haciendo, por lo menos hasta que se descubra oportunamente la vacuna. Uno de los aspectos más visibles que se han visto alterados es la higiene personal, de repente volvimos a lo básico y tuvimos que reaprender a lavarnos las manos. Hasta ahí estamos de acuerdo. En lo que no parece haber mucha coincidencia, es en el conocimiento de importancia del uso de la mascarilla. Elemento que juega un rol fundamental para la protección y detención de la propagación del virus. Sin embargo, muchas personas muestran una dosis de resistencia a usarla correctamente.
Quizá, y no pretendo justificarlo, han contribuido los mensajes contradictorios que al principio de la crisis de salud debatían si era correcto usarla o no. Pero ahora sabemos que son obligatorias, entonces, por qué negarse. La saturación de mensajes puede provocar que muchas personas decidan optar por lo que les resulte más cómodo. Confundidos y condicionados por sus propias creencias, muchos usan la mascarilla como se imaginan que es el modo correcto, o deciden dejarla en su casa.
CNN recopiló en un reportaje algunas posibles explicaciones psicológicas para el rechazo a la mascarilla, me ha parecido interesante y me permito compartir un extracto. El trabajo cita en primer lugar ‘la libertad’. Al parecer a los seres humanos la imposición le causa cierta sensación de ansiedad, aunque reconozca que es por su salud.
“La gente valora sus libertades. Y pueden volverse reacios o sentirse moralmente indignados cuando alguien intenta limitar sus libertades. Nada que no hayamos visto en otras medidas generales que hipotecan la libertad individual al bien común, como el tabaco o el uso del coche en las grandes ciudades”, refiere Steven Taylor, psicólogo y autor del libro La psicología de las pandemias.
Otro punto es la vulnerabilidad, también asociado a un factor personal. «Llevar una máscara es tan obvio como decir soy un gato asustadizo. Aquí operan varios sesgos. Desde el de resultado (no nos hemos contagiado hasta ahora sin ellas); hasta una compensación de nuestros complejos a través de la exacerbación del sesgo”, plantea el psicólogo, David Abrams.
Ante la duda, por favor, vamos a ampararnos del principio básico de la sobrevivencia. Un elemento está muy claro respecto a las mascarillas, nos pueden salvar la vida porque son sinónimo de precaución. No enfrentemos riesgos innecesarios, el costo de llevar una mascarilla es extremadamente bajo frente al beneficio que representa. Así que ahora que poco a poco estamos de vuelta a la actividad comercial, además de reducir la distancia física y lavarnos las manos constantemente, por favor, también usemos la mascarilla.