Cáncer de mama: Un testimonio de esperanza
Historias sobre mujeres que han sobrevivido al cáncer de mama conozco muchas. Cada una es especial y diferente porque encierra su propia esencia. Unas han logrado superar el proceso con cierta “rapidez” –y lo escribo entre comillas porque sé que de ninguna manera es fácil – y han recuperado a plenitud su vida personal y laboral.
A otras les ha costado un poco más, pero también lo han logrado, y algunas, después de declararse en sanidad, han tenido que enfrentarse nueva vez a la enfermedad porque descubren que el cáncer ha vuelto.
Soy bastante sensible al tema porque gente que amo se ha ido tras un diagnóstico fatal, y gente que además admiro ha luchado hasta el cansancio y ha vencido al enemigo. Con ellas celebro su coraje y valentía.
Entre todas estas mujeres hay tres puntos en común. El primero, unas ganas inagotables de vivir, esa fuerza indescriptible que se llama actitud y que se alimenta con la fe. Que te empuja, que te levanta… Un deseo inmenso de seguir porque te amas y porque tienes a quien amar. Mujeres que no temen al proceso porque han entregado a Dios su diagnóstico. Bizarras y decididas a darlo todo.
La segunda coincidencia es que cuentan con el apoyo invaluable de sus seres queridos. La familia juega un rol fundamental, no para sentir lastima del paciente, para actuar, apoyar, darles fuerzas. Inevitablemente un diagnóstico de cáncer también afecta a todos en el hogar. Es complejo por los cambios de sentimientos y del estilo de vida. Los tratamientos y terapias suelen ser abrumadores, es un tiempo de desafío en el que es vital reforzar las relaciones. Los relatos de quienes han triunfado en el proceso hablan del apoyo familiar como columna de la cual se han sostenido.
El tercer punto en común es el más importante. Y tiene que ver con despertar el amor propio. Me refiero a la detección temprana de la enfermedad. Todas ellas hoy brindan por la vida porque tuvieron tiempo para iniciar el tratamiento en la primera fase del cáncer.
Por cierto, cada 19 de octubre se conmemora el Día mundial de la lucha contra el cáncer de mama, una fecha instituida por la Organización Mundial de la Salud para recordar la importancia del autoexamen de mamas. A propósito de este día, entre los testimonios que tengo de referencia esta mi amiga Francis Marizán. Ella ha vencido dos veces la enfermedad porque ha actuado a tiempo.
Hace poco superó un este duro proceso en el cual ha descubierto una faceta interesante de su vida. Ella sabe que cuando tienes cáncer el apoyo de una mujer que lo ha pasado es una inyección de fe y energía. Ahora se ha convertido en coach y de forma solidaria acompaña a otras mujeres que están sufriendo la enfermedad.
Al parecer Dios hizo sus planes con ella…