El esposo o la amante, ¿de quién es la culpa?
Tras el anuncio del deseo de la reina Isabel II de que Camila, la duquesa de Cornualles, sea reina consorte cuando el príncipe Carlos ocupe el trono en Reino Unido, se han expresado innumerables comentarios en las redes sociales y los medios especializados. Por supuesto, unos a favor y otros en contra. La gran mayoría en desacuerdo porque ven el gesto como un “premio” a la mujer que culpan a Camila por el deterioro y posterior ruptura del matrimonio entre la princesa Diana y Carlos.
El rol de Carlos
Camila no es una santa, bien probado está. El heredero al trono tampoco, todos sabemos que ellos mantuvieron una relación clandestina estando ambos casados, pero si Carlos hubiese querido detenerse tras su compromiso formal con Lady Di lo hubiese hecho, pero no fue así, prefirió mantener el juego sin medir las consecuencias.
Diana lo sabía y lo permitió, no puso los límites suficientes, quizá para mantener un status que finalmente se derrumbó, y eligió quedarse en un matrimonio en el que era obvio que no estaba feliz.
No vamos a juzgar sus decisiones, solo ella conoce los motivos por los cuales aceptó dócilmente que Carlos tuviera una amante, tal vez como toda mujer enamorada, alimentando la esperanza de ver un cambio en su esposo.
La culpa
Cuando una mujer descubre que su esposo mantiene una relación amorosa fuera del matrimonio, sin importar la edad o la clase social, lo más frecuente es acusar a la mujer. Esa a quien vemos como la intrusa en nuestra historia de amor, pero no siempre es así, al menos que la amante sea parte de tu círculo de amigas o alguien cercana a la familia.
Para muchas mujeres es más fácil acusar a quien no conoce, cuando la realidad es que el hombre es quien ha fallado e incumplido con su compromiso de esposo.
No estoy apoyando que las mujeres que se enredan con hombres casados, tampoco propongo que se vea la amante como “una pobre víctima”, solo repartir las culpas y entregar al marido todas las que tenga que llevar.
Rara vez una mujer elige enamorarse de un hombre casado, situaciones que se dan y variados son los factores, pero quienes han cometido el error no disfrutan la plenitud de una relación al cien por ciento agradable, y como dice el refrán, “cada pecado lleva su propia penitencia”.