La vida de Cheslie Kryst… en Instagram

Soy seguidora de los concursos de belleza, por lo que supe inmediatamente de quien se trataba cuando escuché de la triste noticia de la muerte de Cheslie Kryst, Miss USA 2019. Y como muchos quedé conmovida. Me cuesta entender un por qué racional para que esta talentosa joven tomara la fatídica decisión de dar fin a su vida al saltar de un edificio en Nueva York. Se eriza mi piel de imaginar su angustia, confusión y desesperación previo a ese instante.

La apariencia

A Cheslie la seguía en su cuenta de Instagram. “Dios primero”, es la frase que se lee en su perfil. Tenía 30 años, sonriente, hermosa, vestida con atuendos costosos y elegantes, eternamente maquillada, con un cuerpo privilegiado por la naturaleza, visitaba lugares exóticos, asistía a eventos de prestigio y casi siempre estaba acompañada de personalidades de diversas áreas. Las imágenes de su ‘feed’ no ofrecen ni la más mínima sospecha de que estuviera pasando algún momento difícil. Al contrario, ella mostraba la vida fabulosa que de seguro miles de chicas sueñan con tener.

En una entrevista la escuché hablar sobre la salud mental y lo importante de saber cultivarla. Confesó que visitaba una consejera cuando las situaciones propias de su carrera le afectaban. Como madre y como mujer, me pareció natural, sobre todo tratándose de una persona sometida a una fuerte carga de estrés.

La realidad

La mamá de Cheslie ha confirmado que desconocía que su hija sufría de depresión hasta hace poco tiempo. Y no la juzgo, cuando alguien cumple sus rutinas diarias aparentando total normalidad y finge estar satisfecho y feliz, es difícil, incluso para una madre, descubrir que en el fondo se siente triste o desilusionado

Las redes sociales son vitrinas llenas de personas que comparten cada movimiento de su existencia y aparentan tener una vida idílica. Es como si en Instagram estuviera prohibido pasar por momentos espinosos. Simular la felicidad tiene un elevadísimo costo emocional porque requiere una gran inversión de energía, y puede llegar a convertirse en una obsesión.

La presión social de ser perfectos en todos los contextos de nuestra vida distorsiona la realidad, y como a Cheslie, nos obliga a crear un mundo sustentado en hipocresía y mentira. La felicidad no puede estar relacionada con una vida perfecta, porque ese punto no existe.

Futuro cercano

Ojalá, algún día, logremos volver a conectar con un entorno real, cultivar la paz interior como prioridad, iniciar un camino hacia la felicidad que empiece en nuestro interior, y aprender a conocer el poder del amor propio. El tiempo es un concepto personal, toda comparación termina en desdicha. La Felicidad es sinónimo de calidad de vida, de hacer las paces con el pasado, buscar el equilibrio, disfrutar el presente, y, por sobre todas las cosas, estar cerca de Dios. ¡Cheslie, ojalá que encuentres esa paz que acompañó tu última foto!