¿Le tienes miedo al éxito?
Ella y yo trabajamos en el mismo departamento por mucho tiempo, así que sin temor a equivocarme puedo afirmar que es una mujer capaz, trabajadora, honesta, comprometida y dotada de una excelente preparación profesional. Recibió, sin buscarlo, una propuesta salarial tentadora y decidió probar suerte. Han pasado cuatro años, ahora no está satisfecha con lo que ha logrado, nada tiene que ver con el salario, no es su prioridad, se refiere a la necesidad de avanzar en su carrera. Se siente atrapada.
Un día se decidió y habló con su jefe, él, conocedor de su talento, le sugirió aplicar a una posición categoría superior, vacante en la empresa. Estaba animada, fui testigo, pero el día pautado para la evaluación no pudo levantarse de la cama por una fuerte migraña.
Dudé del motivo, lo confieso, porque sé que inconscientemente ni siquiera se permite imaginar tener éxito.
¿Si, o no?
A menudo me relaciono con personas que sostienen que quieren triunfar, preparadas y con experiencia, pero no se desarrollan profesionalmente porque se hacen expertos en autosabotearse. Son genios para desaparecerse en momentos cruciales en los que su presencia es un aporte a su capacidad y desempeño. Excelentes para elegir los colores y atuendos menos apropiados para reuniones importantes, y más allá, desarrollan una destreza única para hacer comentarios desatinados sobre temas que lastiman la reputación de la empresa, olvidando que para sobrevivir en el competitivo mundo corporativo debemos combinar magistralmente la aptitud con la actitud.
Decisiones importantes
Es normal, hasta cierto punto, que uno sienta un poco de miedo al momento de enfrentarse a un nuevo reto. La zona de confort es un lugar mágico y es difícil salir de allí. A muchas personas les preocupa fallar, y no necesariamente porque desconfíen de sus capacidades. Cuesta cambiar los patrones de pensamiento, dejar de recibir instrucciones para asumir el compromiso de hacer que se ejecuten. No es tan atractiva la propuesta cuando llega acompañada de una fuerte dosis de responsabilidad. ¡Y da miedo enfrentarlo!, es preciso tener claro el objetivo que persigues y el precio que estás dispuesto a pagar para alcanzarlo.
Superar el autosabotaje
De niña recuerdo que mi padre me alentaba a soñar a lo grande. ¡Aspira!, decía de forma jocosa mientras me motivaba a contarle detalles de algún país que quisiera conocer, o del auto que quería tener. Con esas inocentes conversaciones aprendí a no tener miedo de imaginar un futuro próspero y brillante. El miedo no nos protegerá de la decepción ni del fracaso sólo nos mantendrá atrapados.
Hoy, reconozco la importancia de establecer metas específicas para poder ir tras ellas, de no desviarme del camino, del valor de ser honesta conmigo misma, en vez de autoengañarme sobre los motivos que me impulsan a seguir.
Quiero que mi estimada amiga deje a un lado sus excusas y salga corriendo a conquistar su meta. Que no importan si a veces sienta que se va quedando en el camino, lo relevante es seguir aunque encontremos obstáculos. No minimices tus cualidades y logros. Reconoce tus fortalezas, no es ego, se llama amor propio y te ayudará a seguir adelante y a no autosabotear tu momento cuando tengas la oportunidad de conquistar el éxito.