Reflexión final

 

Hace casi cuatro meses que me planteé la idea de escribir un reportaje sobre la influencia de los medios de comunicación en la donación y trasplante órganos. Una fuerte convicción personal me motivó a elegir el tema. Creo firmemente que la acción de donar un órgano es el gesto de amor al prójimo más puro.

Soy donante y he intentado motivar a otras personas, pero el desconocimiento real de las implicaciones de salud y la gran cantidad de informaciones falsas que circulan en los medios de comunicación, sumada a los mitos y leyendas urbanas que se tejen en torno al tema, contribuyen a generar temor y desconfianza en la sociedad, congelando, en múltiples ocasiones, la posibilidad de que muchos pacientes reciban esa anhelada llamada que les confirma que se ha encontrado un órgano para ellos.

Los medios de comunicación siempre han jugado un papel esencial para que este tema sea parte de la agenda pública, abordándolo desde diversas ópticas y convirtiéndose en uno de los principales canales de información para la ciudadanía. Este aporte resulta de vital, ya que para muchos pensar en la donación de órganos implica, inevitablemente, pensar en la muerte, u es precisamente en este punto donde la información de calidad, objetiva y veraz puede influir para tomar una decisión que puede cambiar la vida a otras personas.

Este proceso de investigación me ha acercado a decenas de pacientes que esperan confiados y llenos de esperanza una donación. Supe de sus añoranzas, frustraciones, anhelos, realidades y hasta fantasías. Entendí la fuerza del amor incondicional de una madre que no cesa de orar, que espera largas horas en el pasillo de un hospital, o que recorre decenas de kilómetros para acompañar a su hijo a un proceso de diálisis. Comprobé  la pesada carga del estigma que rodea el tema, muchas veces, lamentablemente, provocado por la desinformación.

Crear consciencia sobre la importancia de convertirnos en donantes es una tarea ardua que implica una enorme responsabilidad. El gobierno juega un rol, pero también los medios de comunicación. Hay que trabajar la familia desde diferentes perspectivas, tanto del donante como del paciente, para propiciar tranquilidad ante una decisión sobre el tema, vencer miedos y superar creencias religiosas que podrían interponerse, respetables, claro,  pero no válidamente justas. La información tiene poder, y solo cuando es de calidad puede lograr incidir de manera certera par que la población contextualice su propia conclusión.

Quizá no fue casualidad que eligiera este tema. Estar tan próxima a una realidad que no conocía a profundidad me ha convertido en un ser humano más tolerante, sensible, paciente, más pendiente de la necesidad ajena y susceptible con el dolor. Pero también me ha ayudado a enfrentar mis propios miedos, porque aprendí de valentía. A valorar cada día y dar gracias a Dios por el regalo de la salud. A disfrutar de las cosas sencillas y cotidianas que a veces pasan desapercibidas por la prisa en la que vivimos o porque no somos conscientes de su valía.  Aprendí  a hablar menos y a escuchar más…

Justamente terminando los últimos párrafos del reportaje, subió a mi cuenta de Facebook un recuerdo. Era una foto familiar del aniversario de bodas de mis abuelos. En la imagen aparecía abrazada de mi tío Jesús. Precisamente en abril, hace un año, partió de este mundo. No tuvo tiempo para esperar un donante de riñón…