¡Vacúnate contra la amargura!
Ella se queja de todo. Si el sol brilla o el cielo esta nublado, si siente frio o calor, si hay mucho ruido o silencio, si está claro o esta oscuro… no importa, siempre deseará lo contrario. De las situaciones, sin importar el contexto, eternamente entiende que solo le pasan a ella. Atrae los pensamientos negativos, aleja a las personas y vive sumergida eternamente en una piscina de amargura.
Es cierto, todos podemos tener un mal día, pero cuando comienzas a pensar que más de la mitad de los días del año no están a tu favor, es momento de detenerse y reflexionar sobre la actitud que estamos asumiendo ante la vida.
No es un personaje de alguna serie de moda quien motiva estas líneas, es alguien a quien conozco. Seguramente conocerás alguno, y es que, estas personas pueden estar en todas partes: en el trabajo, en el supermercado, en la iglesia, en el círculo de amigos y hasta en nuestra propia familia. Cualquiera de nosotros puede tener cerca a una persona ‘experta en complicarle la vida a los demás’, enfocada siempre en lo negativo, enojada con el mundo, y que vive inmersa en el concepto “lo que pudo ser y no fue”, que no conduce más que a la auto desmotivación.
Una persona amargada genera constantemente situaciones para demostrarse a sí misma que tiene una vida difícil e injusta, vive aislada de la bondad y de la alegría y se vuelve incapaz de ser solidaria o identificarse con el éxito y la tranquilidad de los demás.
En el complejo mundo de estos individuos, a veces, es más sencillo escudarse detrás de una coraza y ser apáticos y groseros, que enfrentarse a la causa que motiva la negatividad e intentar solucionar los problemas. Pero la realidad es que amargarse y tratar de amargar la vida de quienes nos rodean, nunca será la mejor idea.
El escritor y psicólogo J. R. Román, describe la amargura como el resultado de un resentimiento. “El estado airado del corazón y del espíritu de una persona que ha guardado un profundo resentimiento y se ha rehusado a perdonar”.
Las personas amargadas adoptan el victimismo como modo de vida. Quieren hacer responsables de las consecuencias de sus malas decisiones a los que les rodean. Según explica el experto, pueden ser capaces de hacer uso, de manera magistral, de su naturaleza manipuladora para sentirse superiores. ¡Qué pena! Con lo bien que se siente ser parte de los éxitos de un equipo.