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Al sureste de la capital mexicana, a 28 kilómetros del centro, se encuentran los canales prehispánicos de Xochimilco. Allí, en un ambiente festivo, mariachis, flores, maíz y las embarcaciones típicas llamadas trajineras, se conjugan para hacer del espacio un colorido atractivo turístico. 

Declarado Patrimonio Cultural de la Unesco en 1987, Xochimilco fue en su origen parte del gran lago situado en lo que hoy se conoce como Valle de México y durante siglos ha llenado de colores la ciudad. 

Desde el muelle el área desvela su particular encanto: una mezcla de riquezas naturales, redes de canales e islas artificiales o chinampas, donde se cultiva una gran variedad de flores, hortalizas y vegetales.  

En su conjunto Xochimilco ofrece una agradable experiencia y simboliza la destreza de los habitantes para conservar el hábitat y generar fuentes de ingresos. 

Xochimilco es una palabra de origen náhuatl: xōchi (flor); mīl (milpa,campo cultivado); y co (locativo). Se puede traducir como ‘en el campo de las flores’.   

El paseo

Las trajineras son embarcaciones de madera decoradas con colores brillantes y flores. Una especie de góndola con capacidad para varias personas y son impulsadas por un remo. De sus diez muelles más de 200 trajineras están disponibles para un recorrido diseñado a la medida del tiempo y las expectativas por los canales y disfrutar de un paseo peculiar que ofrece, además, la oportunidad de probar los tradicionales dulces y platos de la zona, escuchar mariachi, música de marimba, salterio o norteña. 

Además de la vistosidad de las trajineras, otro detalle son los botes de vendedores de comida, artesanías, flores y mariachis que se pasean de un lado a otro ofreciendo sus servicios. 

Parte del atractivo es la ‘Isla de las Muñecas’, una parada donde muchas muñecas han sido colgadas en árboles impregnando un toque de misterio. 

De generación en generación  

El rasgo más sobresaliente de los pueblos de Xochimilco es el hecho de que, a pesar de la evolución de la modernidad sus habitantes conservan intactas sus tradiciones, tanto en la arquitectura como en la gastronomía. 

No es de extrañar encontrar con facilidad la flor de calabaza, chiles (ajíes), lechugas y maíz. Cultivos que son utilizados por las mujeres que, con manos sabias, han sabido conservar este legado ancestral en la elaboración de los platillos típicos de la región.

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celesteguareno@gmail.com

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